Se puede dejar huella en GFT sin tomarse demasiado en serio a uno mismo".

Estoy casado, tengo hijos y ayudo a mis padres, así que mi vida personal es bastante plena. Aficiones externas son la música electrónica, modelar con LEGO y la naturaleza. Además de la tranquilidad de la pesca en el mar, me encanta explorar bosques, montañas y simplemente estar al aire libre.

Empecé en marketing y eventos, luego trabajé en marketing digital, publicación de soluciones phygital -que utiliza medios físicos y digitales-, después en consultoría lean y agile, y ahora GFT me ha ayudado a transformarme en arquitecto de negocio.

Cuando trabajaba en consultoría, me codeaba con muchos arquitectos -empresariales, de soluciones, funcionales, de datos, etc.- sin pensar nunca en evolucionar para unirme a sus filas. Sin embargo, el equipo directivo de GFT Francia me ofreció las condiciones adecuadas para desarrollar rápidamente mis habilidades y demostrar mi valía. Pude seguir la formación del marco de arquitectura del grupo abierto (TOGAF) y obtener mi certificación.

GFT concede gran importancia al equilibrio entre la vida profesional y personal. Poner a las personas en el centro de todo es un lema que muchas compañías proclaman, pero que pocas cumplen realmente. Yo lo soñé, ¡GFT lo hizo!

De hecho, son los acontecimientos de mi vida personal los que han guiado principalmente mis decisiones. Dejé el sector de los eventos porque quería volver a estudiar: dos másteres en Francia, después del primero en Túnez. Además, mi transición a la consultoría se produjo cuando nació mi primer hijo.

También creo en el aprendizaje continuo y espero contribuir al desarrollo de dos áreas de experiencia de GFT: la Arquitectura de Negocio (BA) y la Arquitectura Empresarial (EA). Estos grupos de colaboración estudian cuestiones relevantes y devuelven los conocimientos al negocio.

Además, también estoy considerando cómo puede establecerse GFT en África. Algunos países están experimentando un crecimiento de dos dígitos y estoy convencido de que GFT tiene lo que hace falta para triunfar, especialmente su diversidad cultural y su respeto por las personas.

No debemos tener miedo al cambio. Cuanto más lo aceptamos, más aprendemos, crecemos e innovamos, como profesionales y como personas. Para mí, las mejores soluciones arquitectónicas nunca son rígidas, sino receptivas, reflexivas y moldeadas por el contexto de la vida real. Por eso siempre he creído que hay que probar, aprender, fracasar y adaptarse rápidamente. No se trata solo de construir mejores sistemas, sino de crear espacios para que las personas prosperen, como GFT ha hecho conmigo.